sábado, 31 de marzo de 2012

Último capítulo. 72. Y una eme más un probable infinito.

Cuando me quise dar cuenta, me estaba mirando fijamente, de pie, en frente de mi. 

-¿Por qué sonríes? -preguntó extrañado.
-Por nada. -dije aún sonriendo y levantándome de la mesa.

Caminamos hasta la salida y salimos del local juntos. Y de pronto, se echó a llover. Lo miré con el ceño fruncido. Estábamos lejos de las casas de ambos, así que no tenía ni idea de a dónde ir. De pronto me cogió de la mano y corrimos en cualquier dirección. Nos saltamos un par de semáforos y oímos algún que otro claxon. No sé hacia donde me llevaba, pero yo lo seguía aún agarrada de su mano. Pasamos por delante de millones de gente, que iban con sus paraguas despreocupados y ni siquiera se percataban de nuestra existencia. Hubo gente que se nos quedó mirando, incluso alguna persona que nos reconoció, pero nosotros corríamos veloces, más rápidos que el viento que se llevaba algún que otro paraguas y las hojas caídas de los árboles. Fuimos a parar a un callejón en que una pequeña luz iluminaba el lugar y un pequeño balcón abandonado tapaba una parte y podíamos no mojarnos. Nos paramos uno frente al otro, y yo me apoyé en la pared exhausta. Lo miré tras unos segundos de calma y ambos nos echamos a reír. Apartó la mirada de mi cara y miró a otro lado recuperando un poco el aire. Me quedé mirándolo y miles de ideas y recuerdos se me pasaron por la cabeza.

-Echaba de menos todo esto. -dije.

Me miró al instante y yo me encogí de hombros medio sonriendo. Se puso serio de pronto y se colocó delante de mí, a bastantes centímetros de mi cara pero mirándome fijamente a los ojos.

-Todo lo que me dijiste en la cafetería.. ¿es cierto? -preguntó dudoso.
-Todo, absolutamente todo. -dije mientras notaba cómo se me erizaba la piel.

Vi cómo tragaba saliva y se pasaba la lengua por los labios. Suspiró y a los pocos segundos cogió aire.

-Si pudiera cambiaría lo malo, te lo aseguro. Cambiaría las discusiones, mis salidas locas por la noche sin ti, y todas esas gilipolleces que hice, pero no puedo. No puedo cambiar las cosas malas, sólo recordarlas, como recuerdo los momentos buenos.. -dijo con cierto aire de melancolía.
-¿Te estás echando la culpa de todo?
-Sí.
-No Dani, no. Tú no tienes la culpa de todo lo que hemos pasado estos meses, de que ni siquiera nos dijéramos hola cuando entrábamos a plató, o de girarnos la cara al vernos en el parking. Es culpa de ambos, de que fuimos unos idiotas. Vale que cortásemos pero nunca debimos de ser amigos, de ser lo que.

Y me cortó, me cortó de la manera más bonita que hay de callar a alguien. Me besó en los labios. ¿Y veis eso que siente la protagonista de la película cuando le besan inesperadamente? Pues yo no sentí eso, no sentí nada de lo que cuentan en las películas de amor que me he tragado toda mi vida. Me sentí mucho mejor, me sentí absoluta y sencillamente feliz. Cúmulo de alegrías, cúmulo de amor, de esperanzas, de miedos, de pasión. Y todo ese cúmulo creó el mejor beso de mi vida. Lo besaba a su compás, era él el que marcaba el momento, el que había decidido sellar todas las palabras con un roce largo y sentido de labios. Y no sé cuántas vueltas dieron las agujas de nuestros relojes de muñeca, no sé cuánto tiempo pasó, pero no me importaba. 

De pronto dejó de llover y salió el sol. Los rayos nos pegaron en la cara y nos separamos. 

-Anna.. 
-¿Volvemos a empezar? Por favor, dime que sí, no pidas perdón por haberme besado, no me digas que ha sido un error o un simple método de hacerme callar, por favor no lo hagas. Dime que volvamos a empezar y bésame otra vez.
-No quiero volver a empezar.

Me quedé atónita, mirándole con los ojos llenos de miedo, de desilusión, de esperanza perdida. Me agarró la cara con las manos y suspiró, echando todo el aire en mi rostro.

-No quiero volver a empezar porque no queiro olvidar nada, ni las peleas. Quiero acordarme de todo eso, quiero que dentro de un tiempo, nos acordemos de esas discusiones y nos riamos a carcajada limpia. 

Y dejó de hablar para besarme, para besarme otra vez, para hacer reales todos esos sueños que durante el tiempo separados había tenido. No volvíamos a empezar, sino que seguíamos con nuestra historia, con las bajadas y las subidas de esta montaña rusa. Y eso superaba a todos los comienzos, a todas las segundas oportunidades que podríamos darnos. 

La noche calló de golpe, y me di cuenta cuando lo tenía en la misma cama de hacía cinco meses, dormido. Era aproximadamente la una de la madrugada, pero decidí no dormirme, al menos en un rato. Estaba de cara a mí, sin camiseta, con la sábana debajo del brazo derecho. Yo lo miraba con la luz que provenía de calle, de la luna llena y de las farolas. ¿Sabéis? No sé si seguiré teniendo esta imagen todas las noches de mi vida, si volveremos a hacer el amor de la misma manera en que la hemos echo hace un par de horas, o de si lo seguiré queriendo así durante mucho tiempo, pero no me importa, no me importa porque ahora mismo sé que me tiene ganada, me tiene ganada por culpa de sus sonrisas y de su manía de hacerlo todo sin pensar. Quizá mañana se arrepienta de todo esto y me deje y no volvamos nunca pero, ¿qué más da? Ahora lo tengo en mi cama, a escasos centímetros de mi, y sé que me quiere, ¡me quiere! Así de simple y así de perfecto. Miro la hora. Es casi la una y media, así que será mejor que me duerma. Me echo en la cama y me acurruco a él, lo despierto sin querer.

-Mmmm.. -dice casi de forma inteligible. 
-Siento haberte despertado, duérmete otra vez anda.. -dije hundiéndome en sus brazos.
-Buenas noches princesa. -dijo despacio y abrazándome más fuerte.
-Buenas noches.. eme. -y dejé caer la última palabra de manera en que yo sólo pudiera escucharla.

Y me dormí, sin miedo a que mañana pudiera decirme que no me quería, que se arrepentía. Me dormí en sus brazos, sonriendo una vez más.

71. Penúltimo capítulo. Eme.

Sábado. Las cosas han cambiado desde que escribí la última vez. Ahora mismo me encuentro en casa, sola, sentada en frente del ordenador, viendo por vigésima quinta vez el final de Six Feet Under. Estoy pensando en todo lo que he pasado, en todas las montañas que he tenido que escalar para ser la que soy ahora mismo. Las lágrimas por el precioso final de esta serie se mezclan con las lágrimas por los recuerdos. Lloro hasta que termina y minimizo la página. Abro el reproductor de música y suena 'Eme' de mi querido Leiva. Me tiro en la cama y miro al techo mientras suena la canción a todo volumen. Eme.. No puedo evitar acordarme de él, de mi 'eme' particular. Martínez. Hace casi cinco meses que dejamos de estar juntos.. Hace casi cinco meses que estábamos en esta misma cama, derrochando amor por todos los poros de nuestra piel. ¿Y ahora? Ahora no queda nada. Es duro verlo todos los días por los pasillos. Verlo feliz, verlo sonreír sin acordarse de la que era su rubia. Y recuerdo todos los momentos juntos mientras se me cae otra lágrima más. Nuestras peleas que terminaban en besos, nuestras caricias al despertarnos, nuestras miradas disimuladas cuando no podíamos dejar que nadie supiese que nos queríamos.. Y que ahora no quede ni un resquicio de ese amor se debe a querer ser siempre perfectos, a vivir siempre de manera rutinaria, a querer que él dejase de ser el chico inmaduro y mujeriego que siempre fue, a que yo me acostumbrase a hablar con Miki muchos días para contarnos qué tal todo.. Y él entonces se enfadaba, y yo también lo hacía cuando se iba de fiesta todas las noches y a mí ni siquiera me avisaba..

Acaba la canción y miro la hora. Las seis y tres de la tarde. Miro el armario y decido vestirme para ir a dar una vuelta. Cierro la puerta de casa al rato y salgo a la calle. Decido entrar en una cafetería sin darme cuenta de cuál de todas las que hay en Madrid era. Entro y pido un cortado. Me siento en la primera mesa que veo libre, pegada a la ventana. Miro por ella y de pronto me doy cuenta de dónde estoy. Caigo en la cuenta y miro alrededor. Mierda -me digo a mi misma- estoy en nuestra cafetería, en la que puede verse desde la ventana una peluquería china, en la que las sillas son las más incómodas de Madrid, en la que veníamos todos los días impares de la semana para tomarnos un par de cafés y hablar y no parar hasta que se hacía de noche. Y de pronto lo veo ahí, en la última mesa que está cerca de la ventana, de espaldas a mí, en la misma mesa en la que nos sentábamos juntos.. Mi 'eme'.

Pasan unos minutos y se que ahora es uno de esos momentos en que la protagonista de la película no sabe qué hacer. Uno de esos momentos en que puedo quedarme aquí sentada haciendo como si no lo hubiera visto, irme corriendo y llorar, o acercarme a él y decir cualquier estupidez que nos una de nuevo o nos separe para siempre. Y, extrañamente, tengo claro lo que tengo que hacer. Cojo mi taza de café cortado por la mitad con una mano y me levanto de una de las sillas más incómodas de Madrid. Decidida, camino hacia delante. Un paso, dos, tres, cuatro, cinco, seis y llego allí. Me mira con los ojos como platos y quieto como una estatua. Dejo la taza en la mesa, dándome cuenta de que ha pedido el mismo café con leche que siempre, y me siento en la misma silla de siempre. Me acomodo, cruzo los brazos apoyados en la mesa, me muerdo el labio superior y miro por la ventana, rezando para no llorar. Segundos después, tras darme cuenta de que no piensa decirme nada, lo miro a los ojos y todo se echa sobre mí. El cielo, las mesas de esta cafetería, la peluquería china de en frente, los recuerdos, sus ojos..

-La misma mesa de siempre, el mismo café de siempre.. -digo sin pensar con un toque de melancolía en mi voz.
-El mismo cortado de siempre, el mismo pintalabios de siempre.. -dice rompiéndome los esquemas.

Trago saliva y miro por la ventana. De pronto se me pone la carne de gallina.

-Oye si.. Si has venido a discutir yo.. Yo me voy. -dice con afán de irse.
-¡No! -suspiro- no sé a qué venido.. Entré por casualidad, te vi y..
-Te conozco y sé que tenías otras dos opciones, y por alguna razón has elegido esta.. ¿Me equivoco? -dice buscando mi mirada perdida en el fondo de la taza de café.

Lo miro y me echo las manos a la cara, desesperada. Él, contra todo pronóstico, habla.

-Estoy desesperado, Anna. Ya no sé qué coño hacer para que todo vuelva a ser como antes. He venido todos los días impares de todas las semanas desde que dejamos de ser lo que fuimos a esta cafetería. Venía, me sentaba aquí y me pasaba más de una hora con la misma taza de café, mirando por la ventana. Y todos esos días esperaba verte aquí, sentada en esta mesa, esperándome. Y no ha ocurrido. Y ahora puedes echarme en cara que tenía que haberte dicho algo, que tenía que haber sido yo el que fuese detrás de ti pero, ¿realmente las cosas se habrían arreglado si lo hubiera hecho?

Lo miré atónita. No me esperaba nada de que lo había dicho. Noté cómo los ojos se me llenaban de lágrimas, y pestañeé un par de veces para no dejar que saliesen.

-Sabes que no, sabes que te habría dicho que las cosas no estaban bien, y esto habría ocurrido de todos modos.. -dije tragando saliva.
-¿Y por qué estás aquí ahora?

Me pensé la respuesta, y entonces me di cuenta de que sí que la sabía. De que la respuesta a esta pregunta la sabía desde que lo vi aquí sentado, hace apenas unos minutos. Lo miré con miedo.

-¿Y tú por qué has venido aquí todos los días impares desde que cortamos? -dije seca y tartamudeando.
-Yo he preguntado primero.
-Pero yo he sido la que he venido aquí a hablar contigo.
-¿Por qué no me contestas y punto? Sin miedos, sin obstáculos de mierda. Confía, ten ovarios y dime la verdad.

Cogí aire.

-Han sido los cinco meses más horribles de mi vida. Me los he pasado metida en casa, deprimida, sin saber qué narices hacer. Y ahora de pronto he venido aquí y la realidad me ha pegado en la cara. Me he acordado de cuando te reíste de aquel chino de la peluquería que salió gritando cosas que nadie entendía, de cuando te bebiste mi cortado y yo tu café con leche por error, cuando me dijiste que me querías un segundo antes de beberte el café entero de un trago.. Y me he dado cuenta de que nunca dejé de sentir todo lo que sentía hace cinco meses en la cama de mi habitación.

Me miró serio. Podía haberse levantado, podía haber sonreído, podía haberme ladrado cualquier cosa que me sentase mal. No hizo nada de eso y, como de costumbre, me rompió los esquemas.

-¡Mira a ese chino de ahí! ¡A saberse qué está diciendo! ¡Yo creo que la muchacha se ha ido sin pagar o algo! -y se echó a reír.

Sonreí. ¿Sabéis? Cualquier chica hubiera pensando que no le estaba importando una mierda todo lo que le había dicho, pero yo, en cambio, lo entendí a la perfección. Me eché a reír al compás de sus carcajadas. ¿Que qué había hecho? Me había hecho entender que nada había cambiado, que quería que las cosas volvieran a estar como antes. No sé si me quería del mismo modo que yo a él, aún no lo sabía, pero me quería, de algún modo lo seguía haciendo. Se levantó para ir a pagar y miré de nuevo a la ventana. Aquel chino de la peluquería de en frente se estaba besando con la chica que había salido corriendo de la peluquería. Y cuando terminó le acarició la cara, se agachó y sacó una caja con un anillo. Sonreí aún más fuerte que antes. Vaya, las cosas nunca son lo que parecen..

viernes, 2 de marzo de 2012

Paréntesis.

Bueno chicas, hago un pequeño paréntesis para decir que en una temporada estaré sin subir capítulos. Me explico, antes escribía porque se me ocurrían cosas buenas y me venía la inspiración y pues, me gustaba hacerlo, pero ahora ya no me vienen ideas, y si escribo es porque me lo pedís y no quiero hacer el feo. Lo siento de veras, sé que si escribo una historia es para comprometerme a escribir, pero es que ahora mismo está siendo imposible, y prefiero no escribir, a escribir cualquier mierda, hablando claro. No sé cuánto tiempo será esto, pero necesito hacer una parada, porque me está costando mucho ponerme a escribir y prefiero hacer un parón. Pido disculpas. Lo siento de veras.

domingo, 26 de febrero de 2012

Capítulo 70. Me quiere.

Lo miraba cada dos segundos, y cada vez que lo hacía lo veía sonreír. Me llevó hasta casa y una vez allí, paró el coche. Quitó las manos del volante y me miró. Sonreí.

-Subes, ¿no? -dije mirándolo pícaramente.
-¿Quieres que suba? -dijo sonriendo.
-Claro.

Asintió sonriendo y yo abrí la puerta del coche. Cuando la cerré, ya estaba a mi lado. Miró hacia los lados y me agarró de la mano suavemente, entrelazando nuestros dedos. Caminamos hasta el portal y, como pude, abrí la puerta. Cogimos el ascensor y presioné el botón de mi piso a duras penas, ya que ya estaba abrazándome por detrás.

-Te adoro Simon..
-Estás muy tonto tú.. -dije entre risas.
-Tu culpa..

Llegamos a la planta y abrí la puerta del ascensor. Me acerqué a la puerta de mi casa y la abrí. Él se encargó de cerrarla con el pie. Comenzó a darme besos por el cuello.

-Dani.. Dani..
-¿Qué.. quieres? -preguntó molesto entre besos.
-¿Estás seguro de esto? -pregunté acariciándole las manos que tenía entrelazadas en mi tripa.
-¿A qué viene esa tontería? Claro que lo estoy. -dijo tras apoyar su cabeza en mi espalda.

Me giré como pude y lo miré a la cara. Con mis manos en su cara, me acerqué a sus labios y lo besé despacio. Ya no había prisas, ni miedos, y se lo quería hacer ver con ese beso sincero. Me separé y lo miré a los ojos. Sonrió. Volvió a juntar nuestras bocas, pero esta vez con un toque de pasión. Bajé mis manos hasta su torso y de ahí, las llevé hasta su nuca, acariciando su cuello con mis manos frías y temblorosas. Él empezó a caminar hacia delante, conmigo. Yo estaba de espaldas, pero sabía perfectamente a dónde quería llevarnos.  Me dejé llevar hasta notar que ya estábamos en mi habitación. Caminaba hacia atrás, pero al estar tan concentrada en besarlo y en que me hiciese feliz, me tropecé con la cama y caí tal pato en ella. Él, encima, aplastándome.

-Qué pava eres, hija.. -me decía entre risas.
-Calla anda.

Y volví a besarlo, sin poder aguantar más esa distancia de unos segundos. Bajé mis manos hasta el principio de sus vaqueros, y metí ligeramente las manos dentro de su camiseta. Acaricié con mis dedos la tira del calzoncillo que sobresalía del pantalón. Se estremeció. Él, jugando al mismo juego, me levantó la camiseta metiendo sus manos por dentro y acariciándome la barriga. Lo empujé a un lado y nos hice girar. Me coloqué encima y me senté sobre él. Me quité la camiseta rápidamente. Me agaché de nuevo y le dejé tiernos besos en su pecho, a medida que con mis manos subía su camiseta hasta quitársela.

Los minutos pasaban rápidos, tanto que parecían segundos. Ya estábamos completamente desnudos y él no paraba de besarme todas las partes de mi cuerpo. Yo sonreía y emitía pequeñas carcajadas que apenas podían oírse pero, que se oían. Subí su cabeza hasta mi altura y lo miré a los ojos. Me entendió y al fin, me hizo disfrutar como él solo sabe. Ésa sería la primera vez que lo hiciéramos desde que empezamos a ser novios de verdad. La primera de tantas. Esa manera de disfrutar del amor que sentíamos el uno por el otro sólo era propia de él, y ¿sabéis que? Ahora mismo sé que me quiere, y lo sé no porque me haga el amor, o me bese con pasión, sino por los pequeños detalles. Porque cuando pega tanto su cuerpo al mío, me mira a los ojos, porque cuando me besa, cierra los ojos antes que yo, porque cuando ve aprieto fuerte la sábana de la cama, coloca su mano encima de la mía y la agarra fuerte. Porque todo eso es lo que me hace saber que ahora mismo me quiere, no me hace saber que mañana lo siga haciendo, o que lo haya hecho durante meses, pero sí que ahora mismo lo está haciendo, y es mío, tan sólo mío.

domingo, 19 de febrero de 2012

Capítulo 69. Ahora no podemos perder.

Entré y me lavé la cara con agua fría. No podía permitir que Miki me destrozara. Ahora estoy feliz con Dani y nadie puede estropearme eso. Salí de allí. Entré en mi camerino y recogí mis cosas. Había pensado en ir a por Dani, pero estaría hablando con Cris y no quería molestar. Me puse el abrigo y salí fuera. Un pequeño escalofrío recorrió mi cuerpo. Odio el frío. Caminé rápidamente, así me olvidaba ligeramente del frío. Caminando y caminando llegué a mi casa. Nada más entrar me sonó el móvil. Rebusqué en mi bolso. ¿Flo?

-¿Si?
-¡Anna! ¿Te has ido?
-Sí, acabo de llegar a casa, ¿por qué?
-Se me olvidó decirte que hoy teníamos que quedarnos para grabar un anuncio por mis 15 años en televisión.
-Joder..
-Mando a Dani a buscarte, ¿vale?
-Vale. Chao.

Y colgué. Me senté en el sofá a esperar a Dani. Aprovecharía y  le preguntaría por qué tal le ha ido con Cris. A los 10 minutos oí la bocina de un coche. Me había aprendido de memoria ese sonido, el sonido de la bocina de su coche, así que bajé sin asegurarme de si era él o no. Salí a la calle y estaba en lo cierto. Me acerqué a su coche, abrí la puerta y entré.

-Hola princesa. -me dijo sonriendo.
-¿Hoy no me besas?
-Es que me siento un poco mal..
-¿Qué ha pasado con Cris? -pregunté cansada.
-Pues que casi se echa a llorar en mi cara. Anna, sabes que no me gusta nada tener una mala relación con mis ex, y menos con ella que está trabajando con nosotros.
-¿Y te crees que yo me siento bien? Que llevo más tiempo con Miki que tú con ella, joder.
-Vale, no discutamos ahora, que hay prisa.

Ni lo miré después de decir esto. Miré a la ventanilla y esperé a que llegásemos. Una vez allí, nos juntamos en plató y grabamos el anuncio. Recogí de nuevo mis cosas y me dispuse a irme cuando alguien me agarró del brazo cuando salía del camerino.

-Anna.. -era Dani.
-¿Qué? -pregunté de manera prepotente mirando hacia él.
-Pues que no te enfades, joder.
-¿Que no me enfade? Antes me puse yo mal por Miki y me dijiste que por favor que no estuviera pensando en acabar con esto, y ahora, hablas tú con ellas y me dices que no me besas porque te sientes mal. ¿Cómo quieres que no me enfade? Dani, yo no puedo vivir con la angustia de qué estarán pensando ahora nuestros ex de esto. Si me quieres, y quieres que esto salga bien, tienes que olvidarte del qué dirán. No podemos impedir que se sientan mal, pero no podemos hacer que sus males influyan en esta relación.

Se quedó mirándome muy seriamente. Al ver que no contestaba me fui dándole un pequeño golpe con mi hombro en el suyo. Tiré hacia delante con ganas de llorar, pero las aguanté. No quiero más lágrimas, no quiero estar triste.. Me gustaría que por una vez me saliera todo bien. ¡Pero es que esto tiene que salir bien! Hemos luchado por esto, lo hemos pasado mal.. ¿por qué ahora parece todo tan complicado? ¿por qué no dejamos de discutir ni de encontrar obstáculos cuando el camino parecía tan llano?

Una vez fuera de plató, en vez de irme a casa, me paré en la pared del edificio. Me apoyé allí y metí mis manos en los bolsillos del abrigo. Un cigarro, y perdí la cuenta de las caladas. Apenas habían pasado cinco minutos cuando lo vi salir del edificio. No me vio. Al menos hasta que se acercó a su coche, a pocos metros de distancia. Una vez allí, al abrir la puerta del coche, se quedó mirándome. Yo seguía dándole caladas a un cigarro que se había convertido en una mísera colilla. La tiré al suelo y con mi zapato la pisé. Me fui acercando a él con las manos en los bolsillos. Una vez cerca lo miré a los ojos y hablé, dije todo lo que tenía que haberle dicho.

-He luchado mucho por esto para que ahora sigamos con los mismo obstáculos de siempre. Yo no sé si te estás cansando de mí, si quieres volver con ella, o si simplemente te sientes mal, pero la verdad es que no me importa. Estamos juntos y nadie nos va a quitar eso, ¿de acuerdo? Hemos sufrido muchísimo y ahora no quiero estar todo el día de malas. Si me quieres, aunque sólo sea un poco, olvida a Cristina, olvida a Miki, olvida todo lo que ahora tenemos que dejar atrás para estar juntos, por favor. -dije y, tras esto, me coloqué un mechón de pelo detrás de la oreja.

Me miraba muy fijamente, y, contra todo pronóstico, sonrió. Una sonrisa sincera, con ganas. Parecía realmente feliz. Se acercó a mí y me abrazó tan fuerte que sentía el latido de su corazón. Me susurró algo al oído y yo sonreí. Me separé de él y nos montamos en el coche. Encendió la radio y yo me encargué de subir el volumen. Sonaba 'Lo que me gusta'.

"Despertarme de la cama y ver que estás, me conquistes cada día un poco más, cómo hiciste, qué dijiste, cada noche en la puerta de tu portal. Me gusta que des la vuelta y que al girar me vigiles por si acaso vuelvo atrás. Sonreírte y decirte, esta noche contigo ha sido genial"

lunes, 13 de febrero de 2012

Capítulo 68. Lo que hay detrás.

-Eh.. -dije confundida- ¿..qué pasa aquí?
-Pasa que ya sé que estáis.. *ajam* juntos. -dijo Flo entre risas.
-¿Así de fácil? Quiero decir, lo he pasado fatal, he llorado, me he sentido una mierda, y ahora, así, de pronto, ¿estamos todos felices? -pregunté muy sorprendida.
-¿Ya se está usted quejando? -preguntó Dani.
-¿Yo? ¡Pero si yo estoy feliz, tonto! -dije con una sonrisa muy amplia.
-Pues entonces todos estamos felices. -dijo Flo.

Se marchó tras un par de bromas más y nos quedamos los dos solos en el pasillo. Me giré para ir a mi camerino y leerme un poco el guión cuando al hacerlo, sentí sus manos en mi tripa haciendo que yo retrocediese.

-Eh, eh, eh.. ¿el primer día de pareja y ya te escapas de mí? -me dijo al oído.
-Dado que tengo que leerme el guión.. -dije deshaciéndome entre risas de sus brazos.
-¿Y si lo leemos juntos? -dijo volviéndome a agarrar.
-Estás muy tontito, eh. Te tengo loco. -dije mientras caminaba hacia mi camerino con sus manos aún en mi tripa.
-Ya.. -dijo riéndose.

Entramos en mi camerino y estuvimos intentando leer el guión. Parecía un buen programa, aunque es difícil decirlo mientras tienes a alguien abrazándote y besándote todo el rato.

Llegó la hora de empezar y salimos dispuestos a todo, con una gran sonrisa en los labios, incluso más amplia que nunca. Todo iba bien hasta que salió Cristina. No la conozco mucho pero, nunca la había visto así. Estaba seria, triste.. Y es que en el fondo la entendía. Me había centrado tanto en Dani y en mí que no me había parado a pensar en Cris ni en.. Miki. Joder, ¿cómo estará? Vale que sea mi ex pero.. ante todo es una persona que me importa. Por Cris no puedo hacer nada, pero por Miki sí, quizá debería llamarlo..

Acabó el programa y me fui a camerino disparada, dispuesta a llamar a Miki. Busqué su número en la agenda y, tras que mi dedo temblara un par de veces, llamé. Un tono, dos, tres, cuatro.. Cógelo Miki, joder -pensaba-

-¿S.. sí? -preguntó con sorpresa y, creo que, tristeza.
-Hola Miki.. -se me hacía tan raro llamarlo así y no amor, o cielo..
-¿Qué quieres, Anna? -dijo con prepotencia.
-Sabes cómo estás. No tengo tan pocos sentimientos.
-Pocos tuviste al dejarme por ése.
-Miki por favor. ¿Qué querías qué hiciese? ¿Acaso no puedo ser yo feliz?
-Yo podía hacerte más feliz.
-Siento decírtelo pero no, no podrías.
-Está bien, Anna. ¿Querías saber cómo estoy? Pues estoy bien, sí, bien, y me alegro de que tú también lo estés. -dijo antes de colgar.

Colgué yo también y tiré el móvil en la mesa cabreada. Salí de allí para ir al baño y despejarme un poco cuando, al abrir la puerta, me encontré a Dani apoyado en la pared con los brazos cruzados mirando al suelo.
Lo miré con pena, y culpabilidad.

-Lo siento.. -dije mientras me tocaba una mano con la otra y fijaba mi mirada en ellas.
-No tienes que sentir nada. -dijo levantando la vista.
-Ya pero..
-Sin peros. No me ha molestado Anna joder, claro que no -dijo mientras se ponía frente a mí y me agarraba de las manos- lo entiendo. Incluso yo debería hacer lo mismo con Cristina..
-Es que no podemos olvidar que detrás de toda esta feliz hay dos personas sufriendo. -dije mirando al suelo.
-Ey, eh, chst,  mírame -dijo levantando mi barbilla con sus dedos- dime que no te echas atrás, por favor, dime que no.
-Nunca Dani, nunca. -dije simulando una sonrisa.

Me abrazó y me besó la mejilla. Me dijo que lo mejor sería ir a hablar con Cris, y yo asentí. Él se fue en su busca y yo me dirigí al baño.

lunes, 6 de febrero de 2012

Capítulo 67. JUNTOS.

Sonreí, sin pensarlo sonreí. Me abracé a él tanto que casi lo rompo a cachos. No quería separarme de él, pero no quería hacerlo nunca. Si en algún momento había dudado de todas las locuras que había hecho ahora ya nada quedaba de todas esas dudas. Ser infiel al que ahora es mi ex, llorar, romper con todo, enfadarme, odiar, todo eso ahora estoy segura de que ha valido la pena. Sentía su olor pegado al mío. Escondí mi cabeza en su cuello y noté cómo él me apretaba más fuerte. Me separé de él y le agarré la cabeza con mis manos. Sentí que se me llenaban los ojos de lágrimas al ver su cara de felicidad.

-¿En.enton.ces? ¿Estamos juntos? -dije tímida.
-Sólo si tú quieres que así sea. -me dijo mientras no paraba de sonreír.

No pensé, actué. Fue una de las pocas veces que lo hice, y no me arrepentí de ello. Lo besé en los labios. Fuerte, impulsiva y sensualmente. Él me agarró de la parte más baja de la espalda, casi rozando mi trasero. Yo aún seguía con mis manos en sus mejillas y mis dedos enredados en su pelo. Noté cómo me empujaba más hacia él y caminaba de espaldas, buscando el sofá o yo qué sé. Le seguí el juego y comencé a andar en esa misma dirección pero sin parar de besarlo. Sin querer, pisé su pie derecho y eso hizo que se quejara y me mordiera el labio. Se separó para poner cara de dolor mientras yo me tocaba el labio y pasaba la lengua sobre él.

-Qué bestia eres hija. -dijo mientras se tocaba el pie.
-¡Tú me has mordido! -dije aún tocándome el labio.

Ambos nos miramos y nos echamos a reír. Volví a pegarme a él y esta vez me aseguré de sentarlo en el sofá. Me coloqué encima de él, apoyando mis rodillas a ambos lados de su cuerpo. Me agarró de la cintura y pegó de nuevo sus labios a los míos.

Esa noche no nos acostamos. Nos tiramos Dios sabe cuánto besándonos y tras eso, me quedé a cenar en su casa. Os podrá parecer tonto pero, nunca había sido tan feliz. Dani es muy cabeza loca, muy despreocupado, es incluso torpe. También es orgulloso y tiene un mal perder. Sí, es todo eso, pero también es muy sensible, atento y, aunque no le guste reconocerlo, romántico. Cenamos unos filetes con patatas fritas. Como podéis ver, no necesitamos ningún tipo de lujo. A las diez y media me fui de su casa pero, insistió en acompañarme. Me llevó en coche y mientras conducía me contaba cosas, cosas sin sentido, cosas que sólo entendemos él y yo y, sobre todo, sonreía. No dejó de sonreír en todo el trayecto y es que siempre es eso lo que hace que yo sea feliz. Cuando llegamos, me miró y me tocó el muslo. Se acercó a mi y me besó en los labios. Antes de que saliera del coche, me agarró de la mano, lo miré y me sonrió. ¿Veis? Esos son los detalles que hacen que esté ¿enamorada? sí, enamorada de él.

Llegó la mañana siguiente y, extrañamente, me levanté con energía. Tras desayunar y todo eso, me fui a plató. Al entrar, busqué a Dani con la mirada, pero no había ni rastro de él. Entré en mi camerino y dejé mis cosas. Pasé por el camerino de Flo y escuché que estaba hablando con alguien. Puse un poco la oreja y me pareció que era Dani. Me quedé un rato escuchando pero no conseguí entender nada. Aburrida, me fui a buscar a María. La vi caminando a toda prisa por los pasillos.

-¡Meri! -grité, pero no me oyó.

Estará muy ocupada -pensé- como siempre. Oí la puerta de 'Flocución' abrirse y me giré sin pensarlo. Vi saliendo de ella a Dani con varios papeles en la mano. Cerró la puerta y siguió caminando hacia adelante, hacia mí, pero estaba tan metido en esos papeles que ni me vio. Me planté en medio del camino con los brazos cruzados. Cuando ya estaba a centímetros de mí, levantó la cabeza y retrocedió del susto.

-¡Coño! -dijo riéndose- Vaya susto me has dado..
-Es que eres tonto. ¿Qué llevas ahí? -pregunté mientras miraba los papeles.
-Pues tu guión, pava. -dijo mientras me lo entregaba.
-Estás muy suelto tú hoy eh. -dije mientras sonreia.
-Es que estoy feliz. -dijo mientras se mordía el labio.
-¿Y por qué estás feliz?
-Porque estamos juntos. -dijo en voz baja.

Sonreí sin pensar, como ya era costumbre. Justo en ese momento salía Flo de su camerino, y se paró justo a nuestro lado. Lo miré con miedo, justo había estado hablando con Dani y.. ¿qué coño se habían dicho para que nos mirara así?

-Aquí no eh. -dijo riéndose.

Los miré a los dos mientras se reían a carcajadas. Un momento, ¿Dani le ha dicho que estamos juntos? Sí, se lo ha dicho. Entonces, ¿ya podemos ser felices? ¿Ya podemos dejar de esconder esto?